INTRODUCCIÓN.
La discapacidad y la exclusión social son dos categorías de análisis aparentemente muy relacionadas, en las que están inmersas personas con deficiencias, las cuales en muchos casos, se encuentran excluidas de la participación social, debiendo afrontar “barreras” sociales, culturales y físicas para la realización de muchas actividades generales. Uno de los recursos que en la actualidad ha abierto una ventana hacia la inclusión son las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs), ya que la utilización de éstas como herramientas esenciales, ayudan a superar las dificultades de comunicación que limitan la integración de las personas con discapacidad así como incrementa su autonomía personal.
Internet es una técnica flexible que puede distribuirse, aprenderse, transformarse y adaptarse en un tiempo relativamente corto de tiempo. Como todas las técnicas, incluyendo las sociales, puede contribuir a reducir las desigualdades o generar nuevas. De esta forma, ya que permite nuevos modos de comunicación y organización, las tecnologías de la información y la comunicación se presentan a menudo como capaces de reducir ciertas desigualdades: Las minorías han mostrado que puede usar Internet para ayudar a su desarrollo. Ello hace atractivo creer que la técnica reducirá las desigualdades. Hoy, en una sociedad basada en la información, la distribución no homogénea de Internet amenaza con ampliar las desigualdades.
El concepto de “brecha digital” denota que hay una desigualdad en el acceso a la autopista de la información y el subsiguiente uso de las TIC. La brecha refleja la distribución asimétrica entre naciones, individuos y comunidades. Dicho de forma sencilla, trata de quien posee la capacidad y los medios para obtener el software y utilizar las tecnologías de la información y la comunicación para obtener las máximas ventajas, y quien tiene el conocimiento y las capacidades para usarlo de forma correcta.